Sunday 1 July 2012

Ana

Ella se sentó. Aunque llevaba todo el día flotando por toda la casa ociosamente, estaba agotada. Lo pensó de nuevo y de nuevo. A pesar de llevar todo el día pensándolo, cada vuelta parecía igual de imprescindible; era necesario detenerse por veinteava vez en cada detalle.

EL día pasó; la comida no se enteró de su presencia, la música no la oyó, el jardín no la visitó. Nadie supo de ella aquel día. Pasó inadvertida para las cosas que estaban presentes a su lado, a cada paso.

Se sentó; su cabeza seguía de pie, seguía oscilando al rededor de la habitación. Ojalá se volviera autómata y pudiera salirse a dar una vuelta sin depender de ella, sin involucrarla en toda su complicación. Ojalá ella pudiera ver por la ventana sin ver más allá. Ojalá ella pudiera sentarse y nada más.