Wednesday 25 February 2015

Rizoma

Encontrarse parado en un punto desde el cual se ven varias direcciones posibles, es algo que me da mucho miedo. Me da miedo porque el "hubiera" es algo que me inunda de maneras inexplicables. Para bien o para mal se han tomado decisiones, y donde estoy ahora es la suma de los hubiera que fueron en cada momento. Aun así, cuando regreso a las disyuntivas, a los momentos que fueron decisivos siento el mismo miedo o aún más que en aquel momento, porque ahora sé por lo menos dos de las posibilidades potenciales que caben dentro del mar de opciones. Ese momento en el que al no saber qué hay del otro lado, uno se convierte casi en objeto, ignorante de lo que después cambiará lo que llegará a ser.  Saliendo de esa encrucijada, volverá a su forma de sujeto, acumulará experiencias que, a pesar de todo en la próxima parada, parecerán dejarlo a uno detrás volviéndolo otro objeto ante la decisión inminente.
Este tipo de discusiones tengo conmigo misma al recordar cada una de las opciones que se han venido a parar de frente a mí a cada rato. En cada momento, siento el horror de la posibilidad de que en una dimensión alterna, una yo, tome una decisión distinta. Pensar en cada hubiera. Pensar en todos los hubieras que no son el fue.
Es una discusión tonta, lo sé, pero no quisiera por nada cambiar algunas cosas.
Es sólo que a veces si te duermes, después todo siempre cambia.

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